El por qué de la felicidad de los empleados de Google

Google, además de ser una de las empresas más rentables y exitosas de Internet, es el lugar en el que toda persona desearía trabajar. Se ha hablado mucho de lo ameno que resulta el ambiente laboral en esta empresa; de hecho, la revista Fortune consideró a Google como la mejor empresa en la que trabajar en América.

Pero parece que todo “ayuda” a que trabajar en Google sea un placer, ya que además del ambiente de trabajo creado, los sueldos no son menos interesantes. En un país como España, en el que muchos consideran una bendición llegar a mileurista, el que un trabajador de esta compañía gane en Nueva York una media de 109.000 dólares –aproximadamente 68.900 euros-, es algo ciertamente envidiable.

Y es que ser empleado de Google asegura, entre otras cosas, la estabilidad económica. En Estados Unidos, un programador cobra al menos 174.000 dólares (110.000 euros) en una ciudad como Phoenix, y puede llegar a los 242.000 dólares (152.000 euros) en Nueva York. Claro que a nadie se le regala nada: Google exige unas exhaustivas pruebas para entrar a formar parte de su plantilla, y sólo se fija en la élite de los diplomados o en los CVs más brillantes.

Aún más atractivo que el sueldo son las ayudas y complementos que reciben los empleados de Google: 8.000 dólares al año para que el empleado continúe su educación, 5.000 dólares para los que quieren adoptar un niño, o, si el empleado desea adquirir un coche híbrido, otros 5.000 dólares para subvencionar la compra.

Otro hecho interesante respecto a los trabajadores de Google es que muchos de ellos cuentan con parte del accionariado de la compañía. The New York Times publicó el pasado mes de noviembre un reportaje en el que estimaba que unos 1.000 trabajadores del gigante de Internet poseen acciones valoradas en 5 millones de dólares.

La estrella del reportaje era Bonnie Brown, una masajista que comenzó trabajando en los inicios de Google y en la actualidad vive retirada en una casa de 3.000 metros cuadrados, cuenta con masajista y entrenador personal, ha viajado por todo el mundo, ha creado una fundación caritativa e incluso ha escrito el libro Giigle: How I got lucky massaging Google (\”Gigle: cómo encontré la suerte masajeando a Google\”).

En definitiva, una combinación de productividad, talento y mucha diversión en el entorno laboral pueden dar lugar a una más que exitosa empresa.

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