Hace un día estupendo en Madrid. He comido al lado de la oficina de DAD y, como ésta se encuentra al lado del Retiro, no he podido resistir la tentación de darme un paseo hasta el lago. Ha sido muy interesante. Había madres con sus hijos, gente sola paseando y, lo que más me ha llamado la atención, un grupo de chicos de unos 15 años, hablando todos activamente con acento de la capital (muy gatos ellos) pero con una singularidad, dos eran claramente, de raza china, había dos negros y un marroquí. Les había estado escuchando durante un rato, mientras me adelantaban, hasta verles no pude distinguir que eran de distinta raza. Su comportamiento era el propio de lo que eran, compañeros de un mismo colegio atravesando El Retiro discutiendo animadamente. Y para finalizar, un colegio de niños catalanes. Eran todos de unos 7 a 8 años pero, también aquí había, como mínimo, 3 razas diferentes, todos hablando alborotadamente en catalán mientras disfrutaban del cálido aire que había hoy en el parque. ¿Por qué tantas personas, cuando se hacen mayores, olvidan esta cercanía de razas, pueblos e idiomas que tanto nos enriquece?.
Noticias relacionadas
-
¿España?: El país de nadie es profeta en su tierra.
-
¿Será 2019 un buen año para vender tu empresa?
-
Por qué la experiencia del cliente se ha convertido en una prioridad para los CIOs