Es bueno tener experiencia. Es malo el que nos nuble la visión y la capacidad de innovar. Uno de los ámbitos más difíciles del trato con un emprendedor es precisamente éste. ¿Como ayudarle utilizando nuestra experiencia pero, al mismo tiempo, no impedir que sueñe?. Los proyectos ambiciosos tiene mucho de sueño y, en la mayoría de los casos, la experiencia nos dice que no son viables. Sin embargo, no existirían muchas empresas como Google o Kelkoo, sin que alguién antes las haya soñado. El problema está en como explicar una experiencia, sin pontificar, estando abierto al diálogo y tratando de evitar “aplastar” con argumentos basados en la misma, a un joven soñador que cree puede reinventar la rueda. La mayoría de las grandes innovaciones en los negocios provienen de gente que “no conoce” un sector y por ello no están abrumados por experiencias que dicen lo que “se puede o no se puede hacer”. El que “esto no se ha hecho nunca así” no es un argumento y desde luego, contarle una batallita sobre nuestro conocimiento y experiencia a un emprendedor de 25 años solo conduce a frustarle y que su mente ya no esté en la conversación. Cuando hablo con un emprendedor estoy pendiente siempre de “no aburrirle”, algo que, de otra manera, se puede conseguir con facilidad. El que no haya sido posible antes solo es un reto para una mente inquieta, no un obstáculo insalvable.
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