Primero está la idea y la persona -emprendedor/a o grupo- que la ha tenido.. Es un momento de grandes dudas, modelo de negocio poco focalizado y orientación a búsqueda de capital sin saber muy bien ni la valoración ni las cantidades que se necesitan.
Luego, con las entrevistas con inversores y la necesaria preparación de un plan de negocio se delimitan mejor los roles, se fija, por comparación o por cálculo, un valor “razonable” de la empresa y la cantidad de acciones que se quieren ceder por el dinero que se busca. El equipo empieza a estar más cohexionado y las presentaciones son más coherentes y focalizadas.
Con mucha dedicación inicial se ha conseguido el dinero necesario para lanzar la empresa y esta inicia su actividad con gran intensidad. Se pone en marcha el plan de negocio y se trata de conseguir los objetivos que se han fijado. En la mayoría de los casos no se consigue. O las previsiones eran demasiado optimistas o el modelo de negocio no es aceptado por el público objetivo como se esperaba.
La empresa entra en una época de zozobra en la que se prueban muchas cosas, se pierde el contacto con el cliente y se deja de medir lo que se hace faltos de ganas de saber que nada está funcionando como se quería. En el mejor de los casos, debido a la intervención de los Consejeros/inversores y su discusión con el CEO, se consigue reenderezar el rumbo y, por fin, se divisa un modelo de negocio lógico y rentable pero hace falta más dinero para llevar a cabo el nuevo plan. Los inversores iniciales pueden o no estar dispuestos a contribuir pero, en cualquier caso, se buscará algún nuevo inversor al que habrá que explicar muy bien porque el plan inicial no se ha cumplido y porque ahora si estamos seguros de estar en el modelo correcto.
Está también el problema de la valoración si ésta tiene que ser más baja que la que se aprobó inicialmente pero, una vez conseguida la nueva inversión, la empresa se relanza y esta vez tiene el éxito esperado. De repente, una empresa de 8 personas necesita 30 y luego 300. ¿Es el CEO actual y los emprendedores que le acompañaban capaces de soportar el crecimiento? ¿Tienes la experiencia necesaria para poner en marcha los controles de gestión y medidas de eficacia que se necesitan para una empresa que crece a un ritmo trepidante?
Puede que haya llegado la hora de contratar a un nuevo management para la empresa y el CEO tiene que ser quién primero se de cuenta de dicha necesidad reconociendo los límites de su conocimiento y experiencia.
Algunos lo consiguen y ayudan a crear una gran empresa en la que ellos, además de primeros accionistas, se dedican a aquella área de la misma en la que se encuentren mejor y sirvan al resto de la empresa.
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