Según un informe, todos esos cacharros y grabadoras conectados a la televisión les cuestan a los estadounidenses unos 3.000 millones de dólares al año en energía, y lo peor es que casi todo lo consumen cuando no están haciendo nada.
La investigación del Consejo de Defensa de Recursos Naturales indica que en EEUU hay unos 160 millones de grabadoras digitales, decodificadores y demás dispositivos similares, que consumen tanta energía como todos los hogares del estado de Maryland al año.
Además, dos tercios de esa energía se consume cuando los cacharros no están haciendo nada. Ni grabar, ni reproducir, nada más que mostrar la hora y el piloto de luz. Y aún así, gastan más energía que cualquier televisión nueva de pantalla plana.
No es la primera vez que se señala a estos pilotos como derrochadores de energía, especialmente porque no ofrecen nada útil que compense el gasto -al fin y al cabo, es mucho más barato poner un reloj a pilas– y porque los usuarios no suelen sospechar que esa luz diminuta se está comiendo su factura eléctrica.
Así que la próxima vez que los recibos nos duelan, podemos lanzar una mirada acusadora al decodificador o grabadora de turno, en lugar de a otros gadgets, y de paso, apretar el botón de off.
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