Este fin de semana he estado cenando con un buen amigo, ex-banquero, que me ha explicado de una manera diferente el problema actual del sobre endeudamiento de los países y la creación de nuevos instrumentos financieros. Según me explicaba, cuando gastas más de lo que produces, como en cualquier casa de vecino, te endeudas y esas deudas las tienes que financiar con préstamos. En los últimos años, los únicos que podían prestar eran los países emergentes que primero, al no tener la alternativa de inversión local, lo hacían prestando fuera. A medida que estos países pueden invertir dentro de sus fronteras, el interés que piden para prestar fuera es superior y por ello se han creado productos financieros que dieran alta rentabilidad -aunque, como ahora sabemos, con gran riesgo de quiebra-
Pasa lo mismo que cuando un emprendedor valora su empresa por encima del valor al inicio y luego, sino ha conseguido los hitos pactados, se ve ante la obligación de reconocer que había sobrevalorado la empresa y ahora tiene que volver al mercado a un precio reducido -con el consecuente problema con los socios iniciales- para poder financiarse.
Es mejor ser conservador con la valoración inicial y no tener nunca que volver sobre tus pasos para reconocer que lo que tienes vale menos de lo que les habías vendido a tus inversores.
El problema del mundo hoy es que las economías emergentes que crecen tanto, tienen más y más oportunidades de inversión en casa y les falta incentivo para hacerlo fuera y sus dineros son clave para financiar nuestras deudas. Hay que ir pensando en abrocharse el cinturón durante bastante tiempo…
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