Quizá uno de los sueños de todo comerciante sea saber exactamente qué hacen sus clientes en la tienda. Qué ven, a dónde van primero, cuánto tiempo pasan dando vueltas por la tienda y dónde se paran.
Ahora, la tecnología les permite conseguirlo gracias a las señales de los móviles, y en Reino Unido ya hay un servicio específico, FootPath, que permite instalar el sistema en tiendas y centros comerciales. Así pueden adaptar la estructura y la organización de tiendas e infraestructuras de acuerdo al comportamiento de los clientes.
Un artículo en The Guardian señala estos días la indignación que ha provocado el concepto entre consumidores y grupos de derechos civiles, preocupados por la invasión a la privacidad que supone. El sistema no identifica a cada usuario, más allá de registrar el recorrido que hace por el local, pero sigue resultando polémico que, como la dependienta pesada que nos sigue a todas partes, la tienda sepa siempre dónde estamos y a dónde vamos.
El empleo de tecnologías de localización, ya sea con servicios específicos, con chips NFC o con los móviles que todos llevamos encima, se está diversificando para convertirse en una herramienta polivalente. Pero tanto si se trata de añadir elementos de juego a una experiencia como si es una mera recopilación de datos, o una campaña de marketing, seguir los pasos a los clientes –al igual que su rastro virtual– no deja de ser un tema delicado, para el que la legislación no suele estar del todo preparada.
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