Hay mucho dinero que no sabe que destino tomar. El dinero, siempre se ha dicho, es miedoso y prefiero lo malo conocido que lo bueno por conocer. Todavía hoy es más sencillo invertir en ladrillo -aunque para ello tenga que estar el precio más bajo posible- que hacerlo en una nueva start-up tecnológica. Hay que primar el cambio y legislar a favor de quienes arriesguen su dinero en inversiones en sectores del Siglo XXI.
En DaD tenemos ya 80 inversores que hacen inversiones -directamente o a través nuestro- en empresas de tecnología y siguen sin tener el tipo de incentivos fiscales que tienen nuestros vecinos del Norte. Tanto Francia como Inglaterra tiene ventajas fiscales importantes para este tipo de inversiones lo que, en parte, compensa el riesgo inicial -hasta que se aprende- de la inversión privada en start-ups.
¿Quienes son este tipo de inversores? En mi experiencia entre los socios de DaD hay, sobre todo, empresarios y altos ejecutivos que quieren “aprender” a invertir en Internet y -además de diversificar el riesgo con su inversión directa en DaD, quieren coinvertir con DaD en stat-ups de reciente creación que les gusten. Así, poco a poco, se van haciendo una cartera propia en empresas de alto crecimiento y generación de valor.
Tenemos que primar este tipo de inversiones para que, en los próximos 5 años, consigamos crear 100.000 nuevas empresas de Internet que vayan sustituyendo a otras que no han sabido o podido adaptarse al negocio global de este siglo.
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