No pasan más de un par de días sin que encontremos un nuevo motivo de indignación, en temas de privacidad o seguridad. La última parece además haber traspasado las fronteras de plataforma, porque se acusa a Google de haber espiado de tapadillo a los usuarios de Apple.
En concreto, el gigante de las búsquedas podría haber utilizado una cookie para registrar los movimientos de los usuarios cuando navegaban por Internet desde su iPhone, Mac o PC, utilizando el navegador Safari de Apple. El objetivo habría sido construir perfiles sobre los usuarios en los que basar la publicidad dirigida.
Los perfiles de Google (que, cómicamente, tienden a confundir el género y la edad de sus usuarios) permiten a la empresa ofrecer la codiciada publicidad a medida, por la que los anunciantes están dispuestos a pagar más y que supone una lucrativa fuente de ingresos.
La empresa ha dado el argumento ya habitual en estos casos: que lejos de reunir información personal con intenciones interesadas, su software mejoraba la experiencia de los usuarios al recordar sus preferencias. De una forma o de otra, lo que cada vez está más claro es que poco de lo que hacemos en Internet pasa desapercibido a las empresas que nos prestan servicios online, pero eso no nos disuade de seguir utilizándolos.
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