Ayer, en mi presentación en la aceleradora de Raúl del Pozo, Cink, pude de nuevo ver el entusiasmo en los ojos de muchos jóvenes convencidos de su proyecto. Para mi es una de las grandes ventajas de la juventud, no se arredra con facilidad y tiene el optimismo necesario para no perder el entusiasmo con los palos que les da el mercado.
Sin embargo, una buena dosis de realismo es imprescindible para conseguir sacar adelante un proyecto, por eso, muchas veces es mejor no buscar inversores -con la pérdida de tiempo que eso conlleva- hasta estar seguro de que se tiene un modelo que escala y se entiende bien donde está la tribu que buscamos, de que hablar y que debemos darle para conseguir captarles como clientes. Si conseguimos eso antes de hablar con inversor alguno, nuestra conversación tendrá mucho más peso y será más sencillo convencerles.
Apoyarse solo en el entusiasmo nos puede llevar a \”vender motos\” lo que, cuando el inversor se da cuenta, le echa atrás aunque le guste el proyecto.
No perdáis nunca el entusiasmo pero aderezarlo con buenas dosis de realismo y muchas pruebas de que sabéis por donde está el camino del éxito o, por lo menos, que estáis en el mejor camino para lograrlo.
Noticias relacionadas
-
¿España?: El país de nadie es profeta en su tierra.
-
¿Será 2019 un buen año para vender tu empresa?
-
Por qué la experiencia del cliente se ha convertido en una prioridad para los CIOs