Una buena forma de hacerlo es contratar un/una joven universitario/a con un par de idiomas y buen conocimiento de las redes sociales (debe estar y ser usuario avanzado, por lo menos, de Twitter, Facebook y Linkedin, el nivel de seguidores que tenga y su actividad deben formar parte de la decisión de contratarle.)
Le debemos contratar inicialmente -si no se quiere arriesgar demasiado- por obra, digamos por un mínimo de un año, y darle 6 meses para que estudie nuestro sector en Alemania, Inglaterra y Francia -dependiendo de los idiomas que conozca bien- siempre llevado de la mano de un buen conocedor/a de nuestro negocio, idealmente el propietario, para que durante esos seis meses sea capaz de entender nuestra oferta de productos o servicios y el tipo de clientes con los que tratamos.
Durante ese tiempo tendrá también que estudiar, usando alguna herramienta como uFanBuilder, una entrada medida de la empresa en las redes sociales y ver cómo se comporta nuestro cliente principal –el 20% que suele representar el 80% de nuestro negocio– en ellas. Hacer luego lo mismo en cada país que estudie y, de manera regular, debe hacer presentaciones a los demás empleados para que, poco a poco, entiendan el alcance de Internet en su negocio, buscando aplicaciones concretas y resultados medibles.
Durante ese tiempo habría que enviarle a varios cursos de marketing online y preparar con él/ella un minipresupuesto de marketing para probar lo que da de sí en nuestro negocio. Debemos tener como objetivo estudiar en qué paíes nos podemos meter antes y cuál sería un presupuesto razonable para hacerlo.
La persona contratada debe convertirse en el apóstol digital de la empresa, dar charlas regulares explicando lo que está haciendo y tratar de involucrar a todos en ellas.
Es una buena forma, razonablemente barata, de empezar bien a cambiar.
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