Aunque el regulador no se haya precisamente lucido en los últimos años, hay que reconocer que, para hacer crowdfunding, conviene un entorno regulado pero con las necesidades de financiación del siglo XXI. En el artículo se habla de las empresas más conocidas del sector en Inglaterra, Zopa, Crowdcube o Seedrs.
A España también ha llegado ya el crowdfunding y la situación es similar a la inglesa. La solución de querer apricarles la legislación bancaria no es posible, ya que se trata de instrumentos mucho más flexibles y manejando cifras que no permiten grandes inversiones en gestión.
Lo que debe quedar claro es que, ante la falta de crédito de las instituciones bancarias, se trata de un método que hay que incentivar rápidamente y que la Unión Europea debería apresurarse a aportar credibilidad –con una regulación adecuada– a los nuevos jugadores que están lanzando startups de este entorno.
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