Si algo hemos aprendido todos estos años es que, por mucho que quieras "adivinar" lo que el cliente quiere, terminarás metiendo la pata y desarrollando multitud de prestaciones que no sirven para nada. En mi experiencia, hasta el 80% de los primeros desarrollos de una startup terminan no sirviendo para nada… y han costado un riñón.
La empresa low cost lo hace de una manera mucho más racional y práctica. Sale con una aplicación mínima y desarrolla nuevas prestaciones con las verdaderas necesidades de sus clientes. Vigila bien los comportamientos, descubre las necesidades y desarrolla sobre seguro.
Está claro que el cliente no suele saber lo que quiere hasta que lo usa. Por ello, debemos seguir probando cosas nuevas a diario -a bajo coste también-, descubriendo así qué es lo que funciona y qué es mejor dejar de lado. Desarrollar bajo nuestras ideas cuesta muy caro y, en la mayoría de los casos, no sirve para gran cosa.
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