Lo que se dice en Twitter, se queda en Twitter. O al menos para la mayoría de usuarios, que no suelen sacar a la realidad los insultos o críticas virtuales. Éste no es el caso de Curtis Woodhouse, un boxeador que hizo una visita a uno de sus trolls en Twitter, haciendo bueno el clásico "Eso no me lo dices en la calle".
Hace años, a pocos se les habría ocurrido acercarse a una persona de casi dos metros y kilos de músculo y soltarle cualquier insulto a la cara. Menos aún, si esta persona es un boxeador profesional. Esta es una de las cosas que ha cambiado Twitter. Parece que detrás de una pantalla nos sentimos más protegidos, y nuestra "valentía" para criticar públicamente a todo lo que se mueva ha aumentado en consecuencia.
Tendemos a pensar que al ocultarnos tras un perfil de Twitter, la víctima de nuestro vómito de insultos no va a saber quién somos. Pero lo que no sabemos, es que averiguar quién se esconde tras esa cuenta es más fácil de lo que parece.
Eso es lo que le ha pasado a un tal “The Master”, usuario de la red social del microblogging bajo el nick @jimmyob88, que no dudo en calificar el resultado de Woodhouse en una pelea el pasado domingo como "una vergüenza total". El boxeador leyó el tuit, y no se lo tomó a la ligera.
Hay muchas maneras de reaccionar a un tuit negativo: podemos contestar de manera educada, tragarnos nuestro enfado o dolor y hacer como si no lo hubiésemos leído, o incluso retuitear este tipo de tonterías, que sin duda servirán para demostrar tu buen humor y tu buena actitud ante las críticas.
Cualquier cosa es válida, pero desde luego, para reacciones desproporcionadas está la de Woodhouse, al que no se le ocurrió otra cosa que visitar a su querido troll, tal vez para demostrarle en sus propias carnes si sabe o no sabe boxear.
Lo más complicado para Woodhouse fue averiguar quién era ese tal “Master” y dónde vivía, algo que tampoco le llevó demasiado tiempo. Para ello, ofreció 1000 libras esterlinas como recompensa a quien pudiera ayudarle a localizarlo.
Tras conseguir la información el boxeador se dirigió a Sheffield, lugar de residencia de su troll, y no dudó en tuitear lo siguiente: "De camino a Sheffield para tener una pequeña charla con un viejo amigo". Una vez llegó al domicilio de la víctima, preguntó a sus seguidores por el número de su piso, bromeando con llamar a todas las puertas en el caso de no averiguarlo.
Como era de esperar, “The Master” no tardó en acobardarse. “Siento que se me ha ido de las manos, tengo que aceptarlo”, publicó a través de su cuenta. Finalmente Woodhouse fue iluminado por una chispa de cordura y decidió volver a su casa. "@ jimmyob88 no ha salido a jugar, así que estoy volviendo a casa. Tal vez es un poco tonto lo que he hecho hoy”, admitía en su cuenta de Twitter.
Aún así, la locura no acabo aquí. Al llegar a su casa el boxeador no dudó en crear el hashtag #jimmybrownpants para burlarse de su troll cobarde. Por suerte, parece que Woodhouse aprendió que una mejor solución habría sido bloquear a “The Master” y ahorrarse el tiempo y el dinero en gasolina.
En mi opinión, dudo que “The Master” deje de insultar a través de su Twitter. Posiblemente esto suponga un extra para su ego de troll, viéndose recompensado todo su esfuerzo por tocar las narices (que en el fondo, debe de ser bastante duro eso de estar todo el día criticando). Aunque parezca extraño, para mí, esta batalla la ha ganado @jimmyob88. Cierro la noticia con un sabio y popular consejo que todos deberíamos seguir al pie de la letra: “Dont feed the troll”.
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