Las startups empiezan con un Plan de Negocio cierto. Pocas tienen éxito sin cambiarlo sustancialmente. En un mundo de reinvención constante, el diálogo diario con el cliente te provee de nuevos elementos de juicio que te permiten "saber" por dónde tienes que satisfacer sus deseos y donde está el negocio digital al que aspiras.
Cometemos siempre el mismo error. Creemos saber perfectamente lo que nuestros clientes nos van a pedir. Tenemos la tendencia natural a "darles un producto terminado". El concepto beta parece inventado primero para el software y luego para negocios de Internet.
Hay que salir al mercado en tres meses o menos. Esperar a "tener el producto terminado" nos lleva, en muchas ocasiones, a tirar dinero en desarrollos que nadie va a usar y retardar el importante diálogo con nuestro cliente. Hay que salir rápido, cometer errores a bajo coste e integrar a nuestro cliente en el proceso de creación del nuevo modelo de negocio.
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