En los últimos meses hemos hablado en diversas ocasiones del avance de esta nueva tendencia, que bajo el acrónimo BYOD (del inglés Bring Your Own Device) anima a los trabajadores a usar sus propios dispositivos en el trabajo.
A simple vista se nos plantean 3 escenarios en la empresa:
1. Para el financiero, la idea es buenísima, supone un ahorro, ya que pasamos de inversión en equipamiento a un gasto más que puede ser deducido cada mes.
2. Para el responsable de TI, puede ser una pesadilla, pues al no tratarse de un dispositivo propiedad de la empresa, no puede tener el mismo control sobre qué uso se realiza, qué aplicaciones se instalan, a qué sitios se accede,…
3. Para el empleado, es (en mi opinión) principalmente una comodidad, lo que se traduce en satisfacción y mayor productividad.
Centrándonos hoy en este último punto, en muchas ocasiones la empresa facilita a los empleados un portátil, un móvil (smartphone) o incluso los dos, de forma que acabamos cargando con dispositivos personales y profesionales simultáneamente, algo que resulta realmente incómodo.
Muchos empleados optan, ante tal situación, por prescindir de sus dispositivos personales, para utilizar exclusivamente los proporcionados por la empresa.
Una decisión bastante discutible, pues en primer lugar la empresa lo puede reclamar en cualquier momento, y además el empleado puede tener problemas si la empresa decide comprobar el uso que realmente se está haciendo de dicho dispositivo:
– Pensando en un móvil ¿cuántas llamadas son de trabajo?¿hay aplicaciones instaladas no verificadas por la empresa?¿qué tipo de fotos/vídeos hay?… porque a fin de cuentas, es un activo de la empresa.
– Pensando en un portátil ¿hay software no permitido instalado? Redes P2P o programas sin licencia por ejemplo, ¿hay música o películas descargadas ilegalmente?
Por estos motivos sobre todo, al empleado le resulta más cómodo llevar su propio móvil o portátil y usarlo indistintamente para uso personal y profesional. Lo confieso, soy víctima del BYOD y estoy contento.
Otro punto más a su favor, la satisfacción para el empleado, que se acaba traduciendo en mayor productividad, pues ya que llevo mi móvil/portátil y en cualquier momento (fuera de mi horario laboral) puedo tener acceso al email y documentación corporativos, suelo aprovechar para adelantar trabajo o responder cuestiones que me parecen urgentes, interesantes o rápidas de responder.
Normalmente todos actuamos guiados por algún “motivador”, en el caso de los empleados, como acabamos de ver, suele ser la comodidad y la satisfacción en el trabajo. El nivel de confianza que implica el uso de BYOD supone además un extra para el empleado, lo que vuelve a redundar en este “extra de compromiso”.
Próximamente veremos más detenidamente qué les parece al director de la empresa (o en su defecto al mencionado director financiero) y al director de TI… que no estará tan de acuerdo con las ventajas del BYOD.
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