Esto de convertirse en filántropo tiene sus pros y sus contras: sí, la gente te quiere y te da premios, pero te pierden el respeto (lindante con el temor) que te tenían. A Bill Gates la semana pasada el presidente de Rumania le confesaba sin rubor que su país había progresado notablemente gracias al software pirata. Ahora, el expresidente ruso Gorbachov le pide clemencia para un profesor de un remoto pueblo de los Urales que aleccionó a sus alumnos utilizando copias ilegales de Windows, delito por el que podría recibir una escalofriante condena siberiana. ¿Qué será lo próximo? ¿Tal vez el gremio del top manta le pedirá permiso para vender copias de Vista a 5 euros?
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