Las telecos llevan sobre sus espadas la ruinosa (al menos, de momento) apuesta para la obtención de una licencia de telefonía de tercera generación. Y algunos gobiernos también. Finlandia, principal accionista de Sonera, compañía que obtuvo junto con Telefónica una licencia UMTS para operar en Alemania por 8.400 millones de euros, ha solicitado al gobierno germano una parte de lo abonado, a lo que Berlín se niega tajantemente.
\”Es importante que la UE, y especialmente Alemania, reconozca que las subastas del UMTS han sido el mayor fracaso político e industrial de la posguerra\”, dijo Kuimmo Sasi, ministro de Comunicaciones de Finlandia, quien declaró a la prensa que Alemania debería devolver 400 millones de euros —cantidad de préstamo público dado al operador germano MobilCom— a cada uno de los otros cinco grupos propietarios de una licencia UMTS en ese país para no falsear la competencia.
El Gobierno alemán rechaza de plano tal posibilidad, argumentando que es una petición \”totalmente incomprensible, que apunta un cierto desconocimiento de los procedimientos de venta en subastas\”, según un portavoz del Ministerio de Finanzas. Las licencias UMTS, se defiende el gobierno alemán, se atribuyeron en agosto de 2000 mediante una subasta transparente en la que los participantes conocían las reglas.
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