Cualquier presentación de Apple se convierte en un gran acto mediático, especialmente si cuenta con la presencia de su fundador y consejero delegado, Steve Jobs. También ayuda que el propio Jobs se haya pasado los días anteriores criticando y enojando a la competencia, principalmente a Android, pero sin olvidarse de RIM, fabricante de BlackBerry. Quizá eso (y el romance de la prensa con Apple) explica la enorme repercusión que ha tenido un lanzamiento no tan impresionante si lo analizamos: es un ordenador, portátil, ligero. Nada del otro mundo, pero con el potencial de arrasar (todo lo que puede arrasar algo tan caro) que le da la manzanita impresa en su tapa. El nuevo MacBook Air viene en dos modelos, uno con pantalla de 13 pulgadas y otro de 11. Quizá lo más llamativo es que ambas llevan memoria flash, una batería notable, que no lleva Adobe Flash instalado y como es habitual, un precio astronómico entre los 999 dólares y los 1.599 dólares, en función del tamaño y la memoria que queramos. El otro gran protagonista del acto fue el MacOS X Lion, el nuevo sistema operativo que llegará en verano, y del que se ofreció un primer vistazo. Con apariencia similar a un sistema operativo móvil, capacidad multitouch y su propia Mac App Store, el nuevo software pretende darle savia nueva a la línea de ordenadores de Apple, a la que han dejado un poco de lado con tanta maravilla portátil.

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