Pasada la expectación inicial, parece que se ha abierto la veda para zurrar al iPad, al que le está cayendo más cera que a un nazareno sevillano en Viernes Santo. Hasta el moderado y discreto Bill Gates ha declarado que no le impresiona el aparato, y no le da ninguna envidia que sea Apple y no Microsoft el que lo ha parido.
¿No habrá tras toda esta oleada de críticas un poso de envida (va a resultar que no es un sentimiento exclusivamente español) hacia Apple, que ha permitido desatar las malas lenguas a la mínima oportunidad? ¿O se trata de decepción porque se esperaba algo más útil y novedoso? En todo caso, parece que Apple no se va a quedar de piedra, y podría rebajar el precio del tablet si las ventas no cubren las expectativas.
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