Contundente artículo el que firmaba hace unos días Juan Bolea en El Periódico de Aragón. El escrito comenta una encuesta realizada entre aragoneses, a los que se les preguntó si tenían intención de visitar la Expo que se organizará en Zaragoza en 2008.
Al 20% que declara no tener intención de dejarse caer por allí el autor los califica inicialmente de “cabestros”, “rémora social”, “paletos”, “retrógrados” e “ignorantes”. Más adelante afirma que uno de cada cinco aragoneses “va por la vida con la legaña puesta, el cabezón ladeado, el pantalón flojo y la filosofía rucia legada por el terruño”.
Las descalificaciones personales dejan paso a la crítica social, y así sabemos que “es este pasivo ciudadano, incapaz de arrimar el hombro al progreso, quien en mayor medida se beneficia del esfuerzo de los demás.”
Concluye el exabrupto con un halo de esperanza: “El bruto, deslumbrado por el maná que cae a su alrededor como por arte de magia, mejora su mesa, acrece su pecunio, coloca a los vástagos, alguno de los cuales, ojalá, leerá libros, periódicos, y, sí, responderá afirmativamente a la pregunta estadística de si piensa visitar la Expo zaragozana.”
A esto se le llama una crítica objetiva, sosegada, sólidamente argumentada y, sobre todo, respetuosa.
Noticias relacionadas
-
¿España?: El país de nadie es profeta en su tierra.
-
¿Será 2019 un buen año para vender tu empresa?
-
Por qué la experiencia del cliente se ha convertido en una prioridad para los CIOs