Calentar la silla en el siglo XXI sale caro

No es para alegrarse de la productividad de los trabajadores españoles; es de las más bajas de Europa. Sin embargo, en plena Era Tecnológica pasamos más horas que nunca en la oficina. Entonces, ¿por qué producimos menos que otros?

La gestión del tiempo en los puestos laborales españoles es la peor del continente. Circulaba hace poco una anécdota acerca de un destacado directivo de nuestro país que fue enviado por su empresa a trabajar a Suiza. El hombre permanecía en el despacho hasta las siete de la tarde o más allá; un día, los suizos le preguntaron si tenía problemas con su cometido. Simplemente no lo entendían.

Tirarse catorce horas en la oficina no es sino un inmenso error que además llega a tener graves consecuencias sociofamiliares. Las estampas de conserjes rellenando boletos quinielísticos o de empleadas haciendo ganchillo nos retrotraen a otras épocas. Sin embargo, de alguna forma hoy ocurre lo mismo.

Vamos, de otra forma para ser más exactos; ahora se lleva navegar por Internet, hacer solitarios o jugar al pinball. Todo antes que atreverse a abandonar la oficina antes que nadie, aunque el trabajo esté hecho. Para que luego hablen del carácter latino…

La pesadilla del e-mail

Teóricamente, cualquiera admitiría que la tecnología se ha situado entre nosotros para ayudarnos. Pero, ¿es esto así? Fijémonos en la gestión diaria del correo electrónico, que ha enterrado a más de un medio de comunicación: ha llegado a convertirse en un verdadero calvario para miles de trabajadores. El e-mail exige a cualquiera que tenga una cierta posición en su compañía una atención mínima de dos horas cada jornada, a veces más.

Cosas como el spam desde luego no ayudan, pero tampoco el hecho de que la mayoría de las empresas haya optado por este sistema como prácticamente el único medio de comunicación corporativa a nivel interno. La consecuencia última ha sido el advenimiento de un tipo de empleado, no precisamente minoritario, que mira el correo compulsivamente cada pocos minutos para ver si hay mensajes nuevos.

Con la informatización ocurre otro tanto. Que duda cabe de que el ordenador inició una nueva época sucediendo a la máquina de escribir, pero muchos empresarios se sorprenderían del coste económico y de productividad que acarrean las frecuentes caídas de los sistemas. Esto, desde luego, no ocurría en tiempos de la Olivetti (precisa registro). Estudios recientes, en fin, nos dicen que la tecnología ha hecho que el trabajo sea más duro, no más fácil.

Posibilidades de un mundo sin barreras

Hablábamos antes del carácter latino. Es indudable que éste se caracteriza por su aperturismo y calidez, por su gusto por el contacto con los demás. Pero amigos, vivimos en 2006. Y la tecnología nos permite llevarnos el trabajo a casa. Existen ya en EEUU aerolíneas que carecen de central de reservas. Lo que sí tienen, claro, es personal para atender telefónicamente a los clientes.

Se trata de amas de casa que contestan las llamadas desde sus casas en Louisiana o Florida, dado que les basta con disponer de un PC y una conexión de banda ancha. Algo que además incentiva la contratación laboral, dado que estas mujeres probablemente no habrían podido acceder al mercado de trabajo de otra manera.

Las empresas españolas deben cambiar radicalmente la percepción de que la fidelidad y el buen hacer se cuantifican en horas de calentamiento/silla. Muchas ya lo hacen, y han advertido que su personal está más motivado y rinde más si tiene flexibilidad horaria.


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