Después de décadas de fuertes inversiones que no llegaron a buen término y de una línea de pensamiento en el sector tendente a infravalorar la relevancia del ordenador frente a la televisión. Pero, finalmente, la tan ansiada convergencia tecnológica ha llegado a nuestros hogares.
Y, en contra de las predicciones de los más afamados gurús, es el ordenador el que le está ganando terreno a la televisión. Estamos hablando de un mercado de muchos millones de dólares, de euros; además, una nueva generación de productos y servicios va a cambiar para siempre nuestras vidas.
Como dicen Bill Gates, presidente de Microsoft, y Steve Jobs, CEO de Apple, la caja tonta ya no va a ser tan tonta; y, sobre todo, tan protagonista. Por ejemplo, la nueva Apple TV (cuyo lanzamiento se acaba de retrasar y, finalmente, parece que se llevará a cabo a lo largo de este mes) costará 299 euros, una cantidad mínima para las funcionalidades que deparará al usuario: convertir la TV en un periférico del PC o de la impresora, de un disco duro o de un escáner…
Interactividad
En definitiva, se trata de un sistema para recibir vía Wi-Fi los contenidos multimedia de nuestro ordenador, ya sea PC o Mac y proyectarlos en la pantalla con un mando futurista pero sencillo -únicamente con cinco botones-.
Las fotos de las vacaciones, la película del cumpleaños, las canciones en MP3, los filmes y series televisivas; es nuestro nuevo universo virtual de entretenimiento.
Hoy, todas las empresas quieren ya conectar la televisión al PC con una conexión inalámbrica. Tenemos otro paradigma de los nuevos modelos que se imponen en la persona de Niklas Zennström, creador de Kazaa y Skype y uno de los más decisivos personajes del sector de los últimos tiempos.
Este visionario lanza Joost, ya en fase de prueba, un servicio web completamente gratuito; un programa que permite ver la televisión en el ordenador, que podría ver la luz entre los próximos meses de mayo y junio para permitir al consumidor ver sus programas favoritos cuando quiera.
Ante esta situación, industrias como la discográfica o la cinematográfica están con la mosca detrás de la oreja: pueden ser las próximas en ver revolucionada su actual situación de (relativa) tranquilidad.
Otro tanto se puede decir de las cadenas televisivas, que ahora deben competir con los usuarios que cuelgan sus vídeos en YouTube. El cambio en los modelos de negocio tradicionales, en fin, está servido.
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