La verdad es que la torpeza, el descaro o la ingenuidad de Patricia Dunn, presidenta del Consejo de Administración de HP, es ciertamente sorprendente. Organizar una operación de espionaje para descubrir al chivato que filtra a la prensa las deliberaciones de su cúpula directiva ya es grave. Pero que además se investigue la vida privada de sus directivos, y se llegue incluso a interceptar las comunicaciones de periodistas de medios como el Wall Street Journal o CNet, ya tiene guasa. Siempre se podrá desviar la culpa del escándalo a los chapuceros métodos del Torrente de turno, pero ¿de verdad alguien pensaba que se podía ir de rositas después de montar tal pollo? Mäs
Noticias relacionadas
-
¿España?: El país de nadie es profeta en su tierra.
-
¿Será 2019 un buen año para vender tu empresa?
-
Por qué la experiencia del cliente se ha convertido en una prioridad para los CIOs