Desde la década de los 70, España viene siendo identificada por sol y turismo; turismo que, desgraciadamente, cada año invierte menos en su estancia. Aun siendo el segundo país más visitado del mundo, su posicionamiento no es brillante, y no es que no valore positivamente los ingresos obtenidos, si no que pienso que una serie de medidas estratégicas y empresariales acertadas nos harían modificar el camino seguido.
Todo esto me trae a la memoria el reciente ranking realizado por el Anholt Nation Brands Index, en el que sitúan a España en el undécimo puesto. ¿Cómo no sabemos aprovechar el número de visitantes para empezar a vender España y sus productos de forma profesional? ¿Cómo es posible que en el siglo XXI sólo seamos capaces de vender paellas y playas?
Creo que, actualmente, existen gran cantidad de marcas, compañías y empresarios cuyos nombres sobrepasan las fronteras. Zara, Mango, Banco Santander, el asturiano Alonso o el joven Nadal, entre otros, son ejemplos claros de las marcas globales que podemos utilizar para escalar puestos en esta clasificación.
Sin embargo, parece que no todo el mundo conoce el poder del Marketing Estratégico y la Comunicación, ya que las diferentes declaraciones de los responsables no aportan apenas nada. ¿Será porque realmente no saben cómo afrontarlo, o porque políticamente no son correctas? Sería una pena que teniendo activos para salir al mercado y herramientas para triunfar, no hayamos dado hasta ahora un paso realmente importante.
Y lo cierto es que España necesita que su marca y sus productos tengan un mejor posicionamiento a nivel mundial. Por eso, sirva esta etapa veraniega para reflexionar sobre la necesidad de dar un paso definitivo en esta problemática. Y de vuelta de vacaciones, realizar workshops y sesiones de trabajo serias en donde se busquen soluciones. El tiempo se nos ha echado encima, y la cuenta atrás para posicionar España está llegando a su fin.
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