En el mundo hay menos jóvenes con problemas de audición por escuchar música alta de lo que puedan pensar todos los padres, vecinos y usuarios de transporte público del mundo.
Además, el dato no viene del mundo de la tecnología (lo que daría margen para la duda) sino de una revista científica, Journal of Speech, Language, and Hearing Research, que ha publicado un estudio al respecto.
Un equipo de expertos de la Universidad de Minnesotta ha estudiado no a los cacharros en sí, sino las pruebas que se hacen a niños y adolescentes, concluyendo que el 10% de los diagnósticos de problemas de audición son falsos positivos. Una diferencia que no es para echar las campanas al vuelo, pero al menos es una mejora.
El equipo de expertos advierte, sin embargo, que no hay que confiarse y que a veces el daño se va acumulando con el tiempo, así que los problemas reales no aparecen en la infancia o la adolescencia sino mucho después. Lo más peligroso, al parecer, son los sonidos intensos, constantes que se escuchan durante mucho tiempo. En otras palabras, la música.
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