Lo primero que se hace cuando se consigue un aparato electrónico nuevo es presumir. Así que buena parte de esos millones de usuarios se encontraría con la siguiente situación: Orgullosísimo, saca el aparatito de marras y lo muestra a sus amigos. La siguiente media hora la pasa repitiendo \”Que no, leches, no es táctil\”. Y no, no tiene colores, como la mayoría de los libros, no tiene colores. ¿No ves que es como un libro? Y sí, ahora que lo dices sí que se da un aire al Telesketch. La pantalla Una de las cosas en la que más insistían los fabricantes al vendernos esta nueva hornada de artilugios era lo fantástica que era la pantalla y la tecnología de tinta electrónica. No tiene luz de fondo, así que no te daña los ojos. Se lee perfectamente, tanto en casa como en la parada del autobús. Ni te acordarás de que no es un libro. Y sin embargo, después del éxito que ha tenido la primera generación de lectores, es precisamente la pantalla lo que todo el mundo quiere cambiar. En su lista de cinco cosas que tendrán los siguientes lectores, la revista Wired mencionaba el color, la pantalla táctil, la flexibilidad, un software mejor y más contraste. Cuatro de cinco en la pantalla. Vayamos por partes. Para empezar, está el afan de hacer al aparatito táctil, que es lo que está de moda y cualquier día nos descubriremos exigiendo que la tostadora sea táctil. Por ahora, sólo dos modelos del Reader de Sony ofrecen esta posibilidad manteniendo la pantalla de tinta electrónica. La Touch Edition permite incluso subrayar o hacer anotaciones. El segundo modelo, la Daily Edition, es más limitado pero permite pasar las páginas y navegar por los menús tocando la pantalla. Amazon compró hace poco una pequeña startup que fabricaba pantallas táctiles, flexibles y capaces de interpretar varios puntos de presión al mismo tiempo. Muchos medios proclamaron que la compra era el principio del Superkindle y una respuesta a la supuesta amenaza que supuso el lanzamiento del iPad, aunque el tablet de Apple ha recibido más palos que flores (de nuevo, el telesketch resulta ser un inesperado paradigma tecnológico) y el Kindle es, suponemos, líder del mercado. Sólo lo suponemos porque Amazon no da cifras de venta. Otros han resuelto el asunto añadiendo una segunda pantalla, ésta vez táctil y a color, debajo de la principal. Es el caso del Nook de Barnes & Noble y el Alex de Spring Design. El iPad, claro, es táctil, pero tiene una pantalla LED a color retroiluminada, que como ya sabe todo el que se pase la vida frente a un ordenador, a la larga le deja a uno los ojos hechos una pena. También ofrece color el último en sumarse a esta moda lectora, Nintendo. La empresa nipona presentó esta semana la nueva versión de su consola portátil DS, la DSi XL, algo mayor que su predecesora y que ofrecerá libros clásicos a partir de junio. Aún está por ver si el resto de los fabricantes seguirán esta tendencia y se olvidarán de la tan aclamada tinta electrónica. El software Pasemos de la cara de estos trastos al cerebro: el software. Para empezar, no es raro que el aparatito en cuestión se quede colgado y haya que resetearlo, normalmente debido a una alergia alimentaria al formato rtf, por mucho que la caja dijera que era compatible. Sin embargo, el mayor problema de software tiene que ver con la gestión de los libros. Un libro en formato pdf suele ocupar menos de 1000 KB. Un lector electrónico tiene entre un giga y cinco de memoria. Así que en teoría uno puede meter un buen montón de libros dentro. Sin embargo, los sistemas de menús son exasperantes cuanto menos, y llenar la memoria de los aparatitos supondría abrirse paso entre niveles y niveles de carpetas a prueba de despistados. ¿Metí el libro nuevo con los libros de terror, o con los que me pasó mi hermano? ¿Y por qué de pronto el autor de La isla del tesoro es el tipo que pasó a pdf su versión de bolsillo? Las segundas pantallas del Nook y el Alex facilitan un poco las cosas, pero aún puede mejorarse desde el punto de vista del software, más que del hardware.
Multimedia En Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carrol remite al lector a las ilustraciones porque, ¿qué sentido tiene un libro sin dibujos? Esto se plantea un poco más difícil –cuando no imposible- en los lectores de hoy. Además, el ilusionado comprador que quisiera meter cómics en el lector descubriría con rapidez que ampliar las imágenes para ver la letra de la viñeta no es una opción. Por otro lado, muchos de los modelos más populares reproducen música. Pero cuando hablamos de lectores electrónicos multimedia vamos mucho más allá. Vook es una empresa que combina el texto con imágenes y música en los libros, tanto nuevos como tradicionales. Hace poco recibió 2,5 millones de dólares extra en financiación. Quién sabe si esta capacidad de combinar medios podría crear un nuevo género literario, el libro multimedia. Internet Por último, pero no por ello menos importante, está la cuestión de Internet. A estas alturas de la vida, uno casi se sorprende de ver un dispositivo sin conexión. Kindle se conecta con la tienda por conexión móvil. Nook y Alex tienen WiFi, y algunos modelos de Sony también. Aunque no es exactamente un lector, el iPad tiene conexión, con y sin 3G. Sin embargo, por ahora lo único que muchos otros modelos saben de conexiones es que el cable se enchufa al ordenador. Estamos ante un artilugio muy joven, y que pese a sus carencias ha tenido un gran éxito. Mike Serbinis, consejero delegado de la tienda de libros electrónicos Kobo, cree que en 2010 se venderán 15 millones de unidades en todo el mundo. Y también menciona uno de los pasos que más gente quiere ver: que bajen de precio.
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