El virus nuestro de cada día

Atacar a Internet porque por ella circula un sinnúmero de virus, troyanos y demás códigos maliciosos es tan estúpido como criticar el teléfono porque determinados números son una estafa.

Los medios de comunicación no son más que reflejos del mundo en que vivimos, para lo bueno y para lo malo. Así, los virus inundan los sistemas desde hace más de veinte años, cuando se produjo el boom de la informática personal. Y lo que te rondaré, morena.

Es más: lo que en principio comenzó como un hobby de crackers ha mutado en un entorno sumamente profesionalizado, al punto que la creación de virus mueve ya más dinero que toda la industria dedicada a luchar contra ellos.

Todo suele empezar, además, de la manera más inocente (en apariencia); navegamos por la Red, se nos instala un programa de espionaje, nos comienzan a llegar anuncios de coches -¿vaya, cómo habrán adivinado mi afición por la moda?-… De ahí al craqueo de nuestra cuenta del banco, de los sistemas tecnológicos que protegen cualquiera de nuestras propiedades, sólo media un paso.

Además, la enorme velocidad a la que se propaga todo en el ciberespacio hace que el contagio de la gripe sea una tontería comparada con la rapidez con la que los códigos maliciosos llegan a todos los usuarios de Internet. Por tanto, bien se puede decir que nos va la vida en el tema: debemos aprender a protegernos bien, pronto y sin escatimar esfuerzos ni recursos. Más


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