La rivalidad entre Flash y HTML5 es quizá una de las más actuales, y también una de las más oscuras para el público general. Y sin embargo, de estas dos plataformas depende el futuro de la Red, al menos en lo que a diseño se refiere.
Uno de los puntos fuertes de la joven tecnología HTML5 es que es un estándar, es decir que aparece igual en todos los navegadores, facilitándoles mucho el trabajo a los que tienen que trabajar con él y mejorando el resultado para los internautas.
Sin embargo, El World Wide Web Consortium, que regula los estándares como el HTML o el CSS, señala que por muchas maravillas que prometa esta plataforma, aún es pronto y sigue siendo inestable como para sustituir a sus predecesores.
Entre los que han apostado por este formato están grandes compañías como Google o Apple, que además tuvo un conflicto diplomático con Adobe por su preferencia del nuevo formato frente a Flash, ahora utilizado en millones de páginas web, al igual que su rival Silverlight, desarrollado por Microsoft. Apple terminó cediendo, pero sus preferencias quedaron claras.
Quizá un buen ejemplo de que todavía no ha llegado su hora sea el Doodle que presentó hace poco Google, y que convirtió durante un día su logotipo en un juego interactivo. Sin embargo, no todo el mundo podía verlo porque sus equipos o navegadores no eran compatibles con HTML5.
¿Que cuándo llegará el reinado de esta tecnología? En opinión del W3C, en dos o tres años.
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