Internet ha generado muchas nuevas formas de expresión y comunicación. Una modalidad de ellas, que no se desarrolla en la Web pero que sí utiliza ésta como medio de convocatoria, es lo que se conoce como flash-mob: un grupo de gente se concentra en un lugar determinado, hace algo sorprendente y luego se disuelve. Una forma tan legítima como cualquier otra de divertirse.
El lunes tuvo lugar una de estas concentraciones en la estación de Atocha de Madrid, y parece ser que a nuestro colaborador Arturito Cazón no le hizo demasiada gracia el ambiente que presidía el evento: poca naturalidad y mucho artificio, hasta el punto de calificar el evento como “una -pueril- autoexaltación del frikismo”. ¿Ustedes qué opinan?
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