Los humanos nos comunicamos con gestos. Las máquinas no, o al menos no por ahora. La ciencia lleva décadas intentando que los aparatos electrónicos comprendan el lenguaje no verbal, identificando los movimientos de las manos o la cara como si de un comando se tratara.
Todos hemos visto las imágenes de gente vestida de negro y con un montón de sensores repartidos por el cuerpo, ya fuera para hacer una película o para probar una prótesis. Hemos jugado a la Wii y es posible que estemos deseando probar el Project Natal de Microsoft. Todos estos sistemas requieren harware específico y con frecuencia caro.
Un estudiante y un profesor del emblemático Massachusetts Institute of Technology han desarrollado un sistema mucho más sencillo que todos esos mandos y aparatos pqra interactuar gestualmente con los ordenadores: un par de guantes de lycra con manchas irregulares en diez colores distintos, que identifican cada parte de la mano.
El software que han desarrollado reconoce las manchas de color para interpretar los gestos con sorprendente precisión a través de una webcam, de forma que el usuario puede por ejemplo manipular un diseño en tres dimensiones de forma mucho más fácil que con un ratón o una pantalla táctil.
Los mayores problemas que plantea esta tecnología -aparte del poco elegante aspecto de los guantes- son la potencia y la memoria que necesita el ordenador para procesar los gestos e interpretarlos.
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