Hemos probado: HTC Smart

El HTC Smart es un teléfono práctico, ligero, bonito, que funciona bien, con un software impecable y que sin embargo tiene dos carencias difícilmente justificables: no tiene WiFi y los botones son un lío. Empecemos por la primera, que es la más desconcertante. No sólo porque el WiFi es una función incorporada hoy en día en todo smartphone que se precie, sino porque el Smart es un dispositivo de gama media dirigido a adolescentes, que con frecuencia no tienen tarifa plana de datos o tienen una limitada, lo que convierte la conexión WiFi en algo imprescindible. El Bluetooth ayuda, pero no es lo mismo. El segundo motivo de confusión es más fácil de superar una vez acostumbrados, pero no deja de ser lioso al principio. Resulta que el botón rojo, internacionalmente utilizado para colgar, volver atrás o cerrar una aplicación, aquí sirve para colgar y, si no estamos hablando por teléfono, bloquear el teléfono. Así que la mitad de las veces que queremos salir de un menú, acabamos bloqueando teclado y pantalla. Volviendo a los aspectos positivos, el tamaño del Smart es ideal. Mide 55 milímetros de ancho, 104mm de alto y 12,8mm de grosor, lo que lo convierte en un cacharro cómodo, pequeño y liviano pero no diminuto y con una pantalla de 2,8 pulgadas táctil TFT-LCD que funciona sin problemas, y es adecuada para un modelo de gama media. El aspecto multimedia está muy potenciado en este teléfono, con un buen reproductor siempre a mano y unos altavoces más que decentes para el usuario interesado en incordiar a sus compañeros de transporte público. La cámara de 3 MPs tiene flash, pero también fixed focus, lo que tampoco nos termina de convencer. En cuanto al software, utiliza la plataforma Brew de HTC, que no tiene mucho que envidiarle a otras más conocidas (léase Android), y el ya habitual sistema para reunir los feeds de redes sociales varias, y que aquí se llama Friend Stream. Un aspecto que nos ha llamado la atención es el sistema de contactos favoritos, al que se accede con solo un toque en la pantalla y que permite programar mensajes de texto en lugar de llamadas como primera opción, algo mucho más práctico para los jóvenes a los que va dirigido. En resumen, el Smart es un buen teléfono, sofisticado en su sencillez, aunque hay que tener claro que si vamos a necesitar conectarnos habitualmente y no disponemos de una tarifa de datos, quizá nos compense conformarnos con algo menos cool, pero capaz de conectarse vía WiFi.


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