Conceder créditos a las empresas de telecomunicaciones ha resultado ser casi tan mal negocio como invertir en una de estas compañías. JP Morgan, el segundo banco de inversiones del mundo, ha reconocido públicamente que da por perdidos unos 1.000 millones de dólares por culpa de los créditos concedidos a empresas tan solventes como Global Crossing, WorldCom y Qwest.
William Harrison, consejero delegado de la entidad estadounidense, ha admitido que su compañía ha asumido demasiado riesgo en los últimos tiempos apostando por compañías de telecomunicaciones y cable, y que deberá equilibrarse la balanza reduciendo los 27.000 millones de dólares, que ahora tiene emplazados (incluyendo también a sus filiales) en este sector. Una de las cifras más altas de EE.UU, aunque seguramente menor que la de algunos bancos europeos.
Pero además de los créditos a las telecos, JP Morgan también ha pinchado en los ingresos por transacciones en los mercados de capitales, que también se desplomaron otros 1.000 millones. Tras tantas buenas noticias, su acción se hundió un 12%. Desde que se inició la primavera, su capitalización bursátil se ha reducido a la mitad: menos de 40.000 millones.
Por si fuera poco, el fiscal Elliot Spitzer está investigando si los préstamos que esta entidad fundada en 1895 concedió a la defenestrada Enrom, la empresa que abrió la caja de Pandora de los fraudes, se contabilizaron como activos del banco en lugar de cómo créditos. Algo ante lo que Harrison se defiende asegurando que “Tras cada burbuja se buscan chivos expiatorios”
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