Compositores y autores, la Guardia Civil, los ayuntamientos… Todos coinciden: el usuario es el mismo demonio. Como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes. La Asociación de Compositores y Autores de Música (ACAM) ha perpetrado un nuevo comunicado en el que insta al Gobierno a que considere cómplices a quienes, con la adquisición de productos en los top manta, contribuyen a la \”perdurabilidad de este delito\”.
Citan el precedente de Italia, donde ya es delito comprar CD y DVD en la calle, asegurando que allí el fenómeno ha descendido notablemente. La nota de ACAM insiste en la necesidad del diálogo con los representantes de los consumidores y de las industrias de las tecnologías y de la comunicación, para contribuir a que se suavice la distorsión (¿?) con que se contempla socialmente la propiedad intelectual. Buena manera de comenzar a hablar: tomar por delincuente al público. Eso sí, las subvenciones con dinero público -¿nos preguntan a alguien si queremos subvencionarles?- que no se las toquen, claro. Esto vale también para actores, actrices…
Veamos ahora la opinión de la Guardia Civil sobre usted, sobre mí, sobre todos nosotros. Según su Grupo de Delitos Telemáticos, los cibercafés son verdaderos antros de perversión, ya que favorecen el anonimato y se han convertido en focos de delitos informáticos sin regulación alguna.
Curioso: siempre que hemos accedido a alguno de estos locales, nos ha parecido un nuevo lugar de culto, algo así como una biblioteca pública en la que cada persona juega en red, lee la prensa online, busca noticias o campos de su interés o chatea. Quizás los representantes del orden y nosotros advertimos realidades diferentes ante un mismo plano; ya dijo Campoamor aquello de \”Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira\”.
Es la eterna estigmatización de Internet (por desconocimiento atroz), un medio de comunicación como cualquier otro. Bastante superior, en realidad. ¿A alguien se le ocurre la demencial idea de demonizar el teléfono porque, si llamas a determinados números 803, se escucha a unas señoritas diciendo cochinadas?
Para concluir, una ordenanza que prepara el Ayuntamiento de Barcelona, y en virtud de la cual comprar en el top manta supondrá multas de entre 125 y 500 euros tanto para los vendedores como para los clientes. Además, la Guardia Urbana podrá decomisar el género. Los que no residen en la Ciudad Condal y sin embargo osen adquirir música en sus calles, sepan que se estudia también un sistema de multas exprés con objeto de que no abandonen la urbe impunemente.
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