La creciente globalización económica y la propia esencia de los negocios en la Red provocan que algunos techies se vean obligados a posponer sus jornadas laborales (necesita registro) hasta límites rayanos en el agotamiento físico y emocional. El síndrome del quemado es una amenaza constante para estos trabajadores.
No son pocas las compañías occidentales que han trasladado parte de su producción, servicio o modelo de negocio a países de costes laborales inferiores -China, Rusia, India-. Pero siempre, en Europa o EEUU, permanece un grueso de profesionales de la empresa. Como los techies, por ejemplo. Y éstos siempre deben estar alerta ante posibles problemas que requieran de su entrada en escena.
El principal problema en este sentido son las diferencias horarias, que obligan a realizar llamadas telefónicas a medianoche, reuniones por vídeoconferencia a las 6 de la mañana; sin domingos, ni festivos… En fin, no precisamente el escenario ideal para una relajada vida familiar.
Muchos techies se resignaron a dejar de lado sus vidas sociales a cambio de jornadas de 80 horas semanales durante el efímero boom de las puntocom, pero hoy los ciclos de negocio de veinticuatro horas hacen que el asunto parezca más agotador todavía que en la década dorada de los 90. Cuando hay un negocio global de por medio, siempre habrá alguien trabajando para usted marque la hora que marque el reloj. Con el añadido de que entonces estaba en el horizonte el caramelo de los bonos o las stock-options; ahora, ni eso.
Las agencias de empleo y cazatalentos dicen que los clientes corporativos solicitan cada vez más empleados dispuestos a ser requeridos durante las veinticuatro horas del día. Sin embargo, algunos analistas empiezan a alertar de las calamitosas consecuencias que podría tener una excesiva fatiga de los techies: la fuga de talentos en sectores tan críticos como el financiero, el tecnológico o los servicios. Muchos de los mejores profesionales pueden arriesgarse a dejar su empleo, e incluso su país, para buscar condiciones de trabajo más óptimas.
Los trabajadores comparan esta situación con la que se produjo en la década de los 20, cuando Henry Ford aumentó la velocidad de fabricación en sus plantas sin pagar más a su personal, algo que permitió a su firma incrementar las ventas hasta un 400% anual en ciertos ejercicios. Actualmente es igual: pocos empresarios pagan las desmesuradas horas extra o las reuniones virtuales a medianoche con Shanghai.
En la economía global, los empleados trabajan muchas más horas, sí. La semana laboral de 50 horas de trabajo ha pasado a la historia para muchos techies, especialmente en los casos de las startups y las compañías que cruzan los océanos para expandirse en otros continentes. Sin embargo, aquí no acaba todo: también tienen mayor inseguridad por lo que respecta a sus puestos de trabajo -outsourcing, regulaciones de empleo-.
La conclusión de todo esto la aporta Forrester: según un estudio de la consultora, 830.000 puestos de trabajo estadounidenses (desde empleados de telemárketing hasta desarrolladores de software) se habrán ido al extranjero cuando acabe este año, una cifra que subirá hasta los 3,4 millones durante la próxima década.
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