Este invierno, muchas ciudades ha sufrido las peores nevadas de los últimos años. Normalmente, una buena nevada siembra el caos en transportes, infraestructuras, y hasta en el trayecto de ir a por el periódico.
Sin embargo, este año ha sido distinto, según un artículo del Washington Post, porque la gente tenía a su alcance muchas más herramientas para comunicarse.
Hasta ahora, la televisión o la radio informaban de la situación general, del estado de las grandes carreteras y, con suerte, de cómo está el pueblo de al lado. Pero por primera vez, las redes sociales están tan extendidas que cada uno podía enterarse exactamente de cómo está la cosa en su barrio y qué tiendas han abierto en la plaza más allá.
Para empezar, uno sólo tenía que mirar el Twitter de sus vecinos para saber qué calles había cortadas por nieve y evitarlas, o pasarse por el Facebook de los amigos y ver las fotos de los que no podían salir siquiera del garaje.
Los que renunciaron a ir hasta el trabajo y los que disfrutaron del cierre de colegios utilizaron Internet para organizar multitudinarias batallas de bolas de nieve. Y los que tenían más ánimo de hacer algo útil coordinaron a la gente para limpiar las aceras de nieve, pala en mano.
Pero todo esto suponiendo, claro, que la tormenta no le deje a uno sin teléfono ni suministro eléctrico.
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