Que la apariencia es importante, también para los productos de consumo, es algo que todos sabemos. Pero el diseño (el buen diseño, al menos) es algo más que hacer cosas bonitas: es hacerlas accesibles.
En los últimos años la industria tecnológica parece haber recuperado un interés por los diseños no sólo atractivos, sino sencillos. Un gran ejemplo de esta evolución es el vídeo: que programar el vídeo fuera una prueba de destreza (y una caja de sorpresas, cuando además las cadenas cambiaban los horarios) con el antiguo VCR, a que sea tan sencillo como seleccionar un programa con el mando del TiVo… Toda una evolución.
No todas las empresas muestran esa preocupación por adaptarse al ser humano con algo de estilo, claro. Pero los expertos afirman que, hoy en día, un buen diseño es lo que hace sobresalir a un producto entre sus competidores, tanto como antes lo hacía un buen algoritmo. El iPod es otro buen ejemplo de éxito y diferenciación de sus competidores, gracias a un diseño limpio e intuitivo.
Por eso, organizaciones tan diferentes como Google o Mozilla investigan sobre cómo mejorar la usabilidad de sus productos adaptándolos a la gente, en lugar de requerir todo un aprendizaje de sus usuarios.
\”El diseño debe optimizarse para el cuerpo o el cerebro, tiene que ser profundamente humano, algo que deseas y a lo que aspiras. Eso es el diseño con significado\”, resume John Maeda, científico del MIT.
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