Los grandes estudios de cine, bajo sospecha

La justicia estadounidense posó sus ojos en las recién lanzadas plataformas musicales de la industria (Pressplay y MusicNet), que tratan de controlar un mercado en el que de momento la bandera pirata sigue firmemente izada. La investigación de las descargas musicales se topó con la industria del cine, que está tomando posiciones para que los vídeos que circulan por Internet no se les escapen de las manos.

El Departamento de Justicia investiga una posible violación de las leyes antimonopolio por parte de los grandes de Hollywood, que incluye a AOL Time-Warner, Vivendi Universal y Sony, antes de que sus plataformas online, Movies.com y MovieFly, se hagan con el timón del mercado del cine en la Red. El DoJ trata de averiguar si el acuerdo \”puede reducir la competencia y favorecer la creación de un monopolio en el mercado del vídeo y otros productos relacionados con el cine\”, según publica The Wall Street Journal.

Movies.com es la apuesta de Walt Disney y el gigante de la comunicación australiano News Corp., y MovieFly tiene detrás a Sony, AOL Time-Warner, Vivendi Universal y Metro-Goldwyn-Mayer. Aunque ninguna de las dos distribuye todavía películas —Movies.com ofrece noticias de cine y horarios de espectáculos mientras que MovieFly \”is getting ready to lunch\”—, ambas prometen ponerse en marcha el próximo año.

Aunque la relación entre el Gobierno y la industria cinematográfica no pasa precisamente por un mal momento, con Hollywood ofreciendo sus platós para causas patrióticas, el DoJ teme que los grandes estudios utilicen su poder para poner trabas a la difusión de películas de otras productoras o les cobren peajes abusivos para ponerlas en la Red.

La diferencia sustancial entre las iniciativas de la industria de la música y del cine es que mientras que las primeras son una realidad —cada día cientos de miles de canciones vuelan de PC en PC—, las segundas deben todavía superar numerosas trabas técnicas. Es cuestión de peso: mientras que una canción comprimida en mp3 ocupa unos 3-4 megabytes, una película en mpeg puede rondar el gigabyte. Hace falta una banda muy ancha para que la descarga no se eternice. Además de resolver este problema de peso, la industria deberá bregar también con los piratas, ya que, al igual que hiciera Napster, muchos de los nuevos sistemas de intercambio permiten descargar todo tipo de archivos, incluyendo por su puesto los vídeos.

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