Utilizar el móvil para llamar a casa mientras te encuentras en un país extranjero es un atraco a mano armada. Por mucho que alguien lo intente, no será capaz de adivinar cuál será la tarifa que su compañía le cobrará por la comunicación pero, con total seguridad, la factura le dará alguna que otra sorpresa desagradable.
Ante esta situación, la Unión Europea ha decidido tomar cartas en el asunto y poner un límite al precio que las compañías pueden cobrar en llamadas entre países miembros. Ya que, hasta ahora, era más caro llamar desde un pueblo español en los Pirineos a otro francés a pocos kilómetros, que desde el mismo pueblo a Cádiz, pese a la mayor distancia.
Con esta medida, los usuarios se podrán beneficiar de comunicaciones más económicas en el marco de la Unión, aunque las compañías ya han puesto el grito en el cielo ante esta intervención en el mercado. Por una vez sería recomendable que acataran la medida, más que nada porque los usuarios y la UE empiezan a mosquearse ante sus bailes de tarifas.
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