Ahora parece que la carrera artística de un cantante o un grupo musical depende de la posesión o no de un dominio con su nombre en Internet. No importa si la medida es justa o no: están dispuestos a tomar acciones legales y dejarse por el camino varios miles de dólares tan sólo porque, en el futuro, sus fans puedan teclear en su ordenador su nombre seguido del sufijo com, net, es…
¿Y todo esto exactamente para qué? Si alguien lucha es porque hay mucho en juego. ¿Se trata sólo de cuestiones económicas? ¿de estrategias de márketing? ¿no será que, como quien dice, si no tienes tu página en Internet no eres nadie?
No existe casi ningún grupo o cantante del mundo medianamente conocido que carezca de un sitio web, aunque hay muchos que parece que esto de Internet ni les va ni les viene. Por el contrario, otros intentan sacarle el mayor partido poniendo en juego todo su ingenio e imaginación.
La música es actual, y actual también es el diseño. Por eso, éste desempeña un papel fundamental a la hora de enganchar a los internautas. Hay nodos que son para echarse a llorar por su pobreza de medios, como es el caso del que tiene el cantante estadounidense Bruce Springsteen. Su página oficial es un prodigio de sencillez: fondo negro y una letras blancas componiendo su nombre. Nada más.
Todo lo contrario que el conjunto de Seattle Pearl Jam, que dispone de una página muy bien estructurada en la que se intenta aunar lo moderno (Internet) con lo más antiguo (tonos ocres, legajos, imágenes de relojes de rueda…). El grado de la modernidad elevado al cubo lo ponen en su web U2. Pretende ser tan futurista que se queda en un batiburrillo de enlaces y servicios que despistan al usuario.
Otro caso de página bien diseñada es la de, por ejemplo, la cantante estadounidense Madonna, quien hace unas semanas arrebató el dominio madonna.com a Dan Parisi, un empresario pornógrafo neoyorquino. Hasta el momento la provocadora cantante tenía que registrarse bajo la dirección madonnamusic.com, lo que significaba para ella una pérdida irreparable de fans. Su página es brillante, con juego de imágenes y facilidad de navegación. En su sitio web se ha optado por ofrecer pocas secciones aunque con oferta suficiente. Aparte de la inevitable galería fotográfica, Madonna ha colocado una sección dedicada a las noticias que ella misma genera (por su puesto, la primera de ellas es la recuperación de su dominio) y la zona dedicada al merchandising.
Todos sonrientes
Las páginas oficiales de los cantantes y grupos musicales sirven de escaparate en los que el/los artistas muestran lo mejor de sí mismos. Si existe una galería de fotos (que en todas las páginas las hay, sobre todo si se les conoce más por el físico que por su voz), aparecerán con sus mejores sonrisas, sus ropas más provocativas o su mirada más intrigante.
Pero un cantante no es nadie si no actúa, ya que es en los conciertos donde consiguen gran parte de los beneficios. Por eso, la gran mayoría dispone de un listado en el que se detallan los meses en los que se encuentra de gira, así como las ciudades que visitan. No obstante, resulta mucho más sencillo para el internauta avezado consultar nodos dedicados exclusivamente a ese fin, como sucede con Pollstar. Suelen ser más rápidos y, además, ofrecen la posibilidad de encontrar un mayor número de referencias.
También una gira es una buena forma de mantenerse en contacto con los seguidores. Internet permite unir a los cantantes con su legión de fans. Esto es lo que intentan algunos artistas, que también aportan el toque de sentimentalismo del que muchas veces carecen las páginas musicales. Un buen ejemplo es el nodo del conjunto canadiense Cowboy Junkies. Casi a diario su cantante, Margo Timmins, reproduce los hechos ocurridos a lo largo de las jornadas de actuación en Tour Diary, una libreta cargada de ideas que facilita un mayor conocimiento del grupo a sus seguidores. Una idea brillante que nadie ha sabido copiar.
Puede parecer que las páginas oficiales de música sólo sirven para ensalzar al grupo o cantante de marras. Ni muchisimo menos. Una parte fundamental en toda página web que se precie es su sección de merchandising, que muchas veces parece un bazar en el que se intenta colar cualquier objeto sólo porque lleve el nombre del grupo.
Como es lógico, la gran mayoría presenta toda su discografía al completo, lo que representa una buena oportunidad en el caso de que los primeros trabajos se encuentren descatalogados o sean difíciles de adquirir en una tienda normal. Lo malo es el precio, generalmente más elevado que si se adquiere en unos grandes almacenes o, incluso, en otros sitios web. Sucede, por ejemplo, en la página de Madonna. Allí se puede comprar su último CD, Music, por 18,95 dólares. Pues bien, en Amazon el coste es de 13,28 dólares, un 30% más barato. Pero no sólo de la venta de discos sobrevive este tipo de nodos. El internauta puede encontrar otros muchos artículos: tazas, llaveros, calendarios, llaveros, DVDs, sombreros o incluso una alfombrilla para el ratón al "módico" precio de 14,95 dólares.
Asimismo, la mayoría dispone de servicio de venta de entradas para los conciertos de la gira, aunque lo habitual es que enlacen a otra página dedicada a estos menesteres. Otros prefieren hacerlo por su cuenta, como es el caso del cantante inglés Peter Gabriel. A pesar de que siempre se ha caracterizado por ir un paso más allá que sus compañeros de profesión en cuanto a temas de nuevas tecnologías se refiere, Gabriel presenta una página tirando a discreta. Entre otras cosas, el visitante puede adquirir en ella entradas para su fracasado espectáculo en el Domo londinense.
Eso sí, Gabriel deja fiel reflejo de que a buen amigo pocos le ganan, ya que utiliza parte de su espacio como forma de dar a conocer a otros grupos que no gozan de su misma fama. El afortunado en el caso de Peter Gabriel es Andy White. El cuarteto Cowboy Junkies utiliza esta misma fórmula en su página, aunque en ellos sorprende más al no disfrutar de un reconocimiento demasiado popular.
Descargar canciones, pero a medias
Es normal que si alguien teclea la página de su artista favorito es porque disfruta con su música. Por eso, si lo que quiere es escuchar algunos temas, lo más apropiado es buscar en otros programas como Napster, Scour o Gnutella, donde la rapidez y la variedad es mucho mayor. Los sitios webs oficiales también disponen de descargas gratuitas de canciones, pero con muchas limitaciones.
En primer lugar, el número de canciones disponibles es ridículo: dos temas como media en grupos que han podido lanzar más de doscientos a lo largo de su trayectoria. En segundo lugar, la mayoría no permite escuchar la canción completa: 30 segundos es el tiempo se considera suficiente como para que el oyente llegue a la conclusión de si la melodía le convence.
Baquía Inteligencia pudo comprobar que el 77% de los jóvenes menores de 20 años ha descargado alguna vez una canción en Internet. Los principales motivos que les lleva a hacerlo son la gratuidad, la comodidad y la posibilidad de encontrar rarezas. Pues bien, en los sitios web oficiales la descarga de las canciones no es gratuita, ni rápida ni lenta y nula la probabilidad de encontrar versiones o canciones en directo. Si es esto lo que se busca, lo más recomendable es acudir a las páginas de los fans, bastante más completas en todos los sentidos.
Unos pioneros en la cuestión de la descaraga de un disco completo ha sido U2. Su último trabajo, All that you can´t leave behind se ha podido escuchar entero en Internet antes de que se haya editado. Es cierto que la modalidad que se ha escogido ha sido un tanto extraña, aunque suficiente para dejar satisfechos a sus seguidores: dos temas por semana. Una situación similar se produjo con el grupo oxfordiano Radiohead, que permitió la descarga completa de su último trabajo Kid desde su propia página antes de que se pusiera a la venta.
Otra opción, aunque menos utilizada por el momento, consiste en utilizar el propio nodo como lugar exclusivo en el que vender un disco. Sólo en su sitio web venden los Cowboy Junkies su último disco, Waltz Across America (live recordings 1999-2000, a un precio de 14 dólares. Un caso similar fue el del cantante español Manolo Tena, que apostó por Internet como único canal en el que comercializar su último trabajo, Insólito.
En la mayoría de las ocasiones, las páginas oficiales de música dejan bastante que desear. Los cantantes, que muchas veces han sido los que han guiado a la juventud con sus canciones, no han sabido adaptarse con presteza al mundo de Internet. Los únicos perjudicados son ellos mismos, que podrían sacar un buen partido a su nodo. En vez de eso, un internauta ducho en búsquedas siempre huirá de los sitios oficiales y pinchará nodos diseñados por sus fans; sobre todo para no perder el tiempo.
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