Nokia, el mayor fabricante de teléfonos móviles del mundo, está perdiendo la batalla. Aunque suene contradictorio, lo cierto es que el futuro está en los teléfonos inteligentes, esos que hacen de todo menos el desayuno, y en ese campo la compañía se va quedando atrás, por mucho poderío y mucha patente que pueda impulsar su negocio hoy en día.
La receta para la reconversión podría venir de un nuevo chef, así que cuando aparecieron las noticias sobre que Nokia estaba buscando un nuevo consejero delegado, sus acciones remontaron en bolsa y los analistas respiraron con alivio.
De momento, Olli-Pekka Kallasvuo sigue en el cargo que ocupa desde 2006, mientras se encuentra a alguien no sólo disponible e interesado en el desafío que supone el puesto, sino que esté dispuesto a mudarse a la fría Finlandia.
Nokia está perdiendo terreno en el campo del hardware, pero también en la cada vez más importante guerra del software. Hoy en día, las compañías fabrican sistemas operativos que funcionan en teléfonos ajenos, y la gran propuesta de Nokia, Symbian, ha ido desinflándose ante rivales como Android, incluso después de su conversión en software libre. Su nueva apuesta es MeeGo, que pasará a funcionar en los modelos de gama alta de la compañía.
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