En vez caminar a casa envueltos en veinte capas, pensando que en cuanto lleguemos vamos a cambiar nuestro estado de Facebook a \”¡¡me estoy congelando!!\”, sería mucho más fácil que el mensaje se enviara de forma automática cuando nos cerramos el último botón de la chaqueta, como si fuéramos una versión moderna del Inspector Gadget.
Esta es una de las posibilidades que ofrece Ping, una idea que su diseñadora, Jennifer Darmour, define en su página web como \”una prenda de red social\” con sensores integrados en la tela y conectados a la Red, que envían los mensajes que el usuario configure cada vez que se el usuario sube la capucha, abre los botones o se cierra el cinturón.
La chaqueta en cuestión no se queda en la comunicación unidireccional (la web 2.0 es una conversación, ¿no?), así que cada vez que alguien apruebe nuestra actualización, la prenda reacciona y sentimos, por ejemplo, que alguien nos da una palmada en el hombro. O nos da una colleja, si es nuestro hermano mayor, porque también se puede configurar.
Ping no es el primer proyecto de llevar la Red, y los medios sociales, al mundo textil. Pero tal vez sí sea uno de los primeros que recibe atención no sólo en los blogs de gadgets, sino en revistas femeninas, que aunque no parecen muy convencidas, le dan espacio y lo colocan en la categoría de \”estilo\”, quizá porque al menos esta idea parece más o menos ponible y no incluye cables colgando.
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