Si usted es un emprendedor, o está en vías de serlo, sepa que si quiere atraer capital lo mejor que puede hacer es diseñar un exhaustivo plan de negocio. El propósito básico de éste es demostrar cuánto dinero necesita para poner en marcha su empresa, por qué lo necesita, cuándo podrá empezar a conseguir retornos el inversor y cómo va a disponer del dinero. El plan debe ser simple, sí, pero también completo y sobre todo realista.
Deberá mostrar cuál es la condición financiera actual de su compañía y cómo cambiará durante los próximos cinco años. A los inversores les gusta la gente con una visión económica completa, clara y conservadora acerca de su empresa. Describa su negocio, pero no de una forma excesivamente técnica; diga cuáles son sus competidores y, dentro de éstos, quienes parten el bacalao.
En cuanto al márketing, debe proporcionar una descripción detallada de las técnicas de comercialización que le permitirán llegar al nivel de ventas deseado. En el apartado de recursos humanos, incluya a todos los miembros de su equipo, con sus CV, etc. Demuestre que domina la contabilidad presupuestaria, más que nada para que los inversores vean que será capaz de generar los flujos de liquidez necesarios para que aquéllos recuperen su capital. Sus directivos y gerentes deben ser lo suficientemente buenos como para convencer a los que ponen el dinero.
Todas estas recomendaciones son especialmente válidas ahora que el capital aventurero vuelve a fijarse en la Red. Tiene buenas razones para ello, más allá de la envidia que Google ha despertado en cualquier universo corporativo, tanto online como offline. La creciente extensión de la banda ancha entre los usuarios, por ejemplo, hace que Internet sea cada día que pasa más útil y rápido para los consumidores. Más que hace cinco o seis años, en el apogeo del matrimonio capital aventurero/Red.
En 1999 había webs que atraían a millones de visitantes, pero que lo tenían crudo a la hora de convertir ese tráfico en beneficios. Hoy, esas mismas webs pueden hacer un negocio redondo vendiendo publicidad, mientras las empresas invierten millones de dólares o euros en proyectos comerciales online.
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