Los escándalos de privacidad de Facebook no han tenido mucho impacto entre la mayoría de sus usuarios, pero sí en Silicon Valley. Por eso nacen proyectos, como Diaspora, que intentan combinar el concepto de red social con el de información privada.
Otra alternativa es Path, que acaba de presentarse tras meses de trabajo en secreto. La red refleja esa nueva preocupación por la privacidad al abandonar el sistema “por defecto” de las redes sociales mayoritarias, en las que medio mundo puede ver casi todo a menos que se indique lo contrario. De hecho, los creadores de Path afirman que no es una red social, sino una red personal.
El servicio está muy centrado en las fotografías, especialmente las que se hacen con el móvil, y permite compartirlas con un máximo de 50 personas. Pero el de contactos no es el único límite. Por ejemplo, esa persona que recibe tus imágenes no tiene por qué aceptar que tú veas las suyas. Otra posibilidad es que con un solo gesto la foto sea accesible sólo para la gente etiquetada.
En las fotos se puede etiquetar a personas, cosas y lugares, en plena explosión de los servicios de geolocalización (al menos entre los early adopters, porque la masa aún remolonea), y las etiquetas (que no las imágenes), pasan a estar en la base de datos a disposición de todos los usuarios.
De momento está disponible en su página web y con una aplicación para el iPhone, aunque tiene planes de expandirse a dispositivos Android y BlackBerry en los próximos meses.
El principal problema para este servicio es que, si bien los entendidos en tecnología y los amantes de la privacidad sienten una cierta preocupación por el control de sus datos en redes como Facebook, a la gran mayoría de los usuarios les importa bastante poco. Además, una red en la que no pueden cotillear al vecino de su primo puede resultar más aburrida para algunos. Y al mismo tiempo, la sensación de exclusividad y de “lista cerrada” puede ganarse a los más dinámicos y a los fotógrafos incansables.
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