Casi todos los que pasan de los 25 años habrán jugado de pequeños con una cámara de fotos como la de la imagen, de esas que dejaban salir una especie de gusano y emitían una pedorreta al apretar el disparador. Los niños de ahora, cuando cae en sus manos un artilugio similar, o incluso una cámara analógica real, automáticamente dan la vuelta a la cámara para ver en la pantalla la foto que acaban de captar, y es grande su sorpresa cuando descubren que no hay visor alguno donde contemplar la imagen. Y es que los niños absorben los avances tecnológicos con pasmosa naturalidad, y generalmente con mucha mayor facilidad que los adultos. No hay más que ver a algún elemento de cuatro años manejando con total soltura y precocidad el mando a distancia del reproductor de DVD o el teléfono móvil de su madre. O a alumnos enseñando a sus maestros a manejar el Power Point. Más
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