¿Por qué sus clientes odian su web?

La meta de todo sitio de cualquier compañía es no abrumar a sus visitantes. Lo mejor es que lo primero que encuentren sea algo de información, fácil de digerir y que fije su atención, lo que conducirá a que poco a poco quieran saber más.

Muchas veces pensamos que lo hemos hecho bien: una web clara, con información de nuestros productos, servicios y precios, etc. Sin embargo, por misteriosas razones que se nos escapan, los clientes/usuarios la odian.

Demasiadas compañías incurren en la equivocación de golpear al visitante con mucha información compleja en poco tiempo. Sus intenciones son buenas; después de todo, nadie desea tener un sitio que confunda a sus clientes.

Y el caso es que es difícil acertar, porque algunos expertos dicen que los sitios, pero especialmente los dedicados al B2B, tienen que comunicar toda su esencia en tres segundos o menos. En ese tiempo, el usuario debe saber qué hace la compañía y por qué son mejores que sus competidores.

Lejos de ello, muchas empresas se dedican a poner botones y más botones, ofertas especiales de sus productos y toda una serie de morralla insustancial merced a la cual el público puede tirarse un buen tiempo mirando aquello sin saber apenas nada.

Existen algunos principios de usabilidad que conviene mantener al pie de la letra. Por ejemplo, algunas compañías todavía ocultan los costes de envío hasta la última navegación posible, cuando dichos costes rara vez disuaden a la gente de realizar sus compras.

Con las políticas de privacidad ocurre que son miradas casi como bromas por los usuarios, incapaces de enterarse claramente de lo que han diseñado grupos de abogados generalmente poco claros. Estas políticas, así, no cumplen la misión para la que parecían destinadas: la de generar confianza en los clientes.

Finalmente, hablemos del diseño, aspecto fundamental en esta cuestión. El principal problema para la mayoría de las webs es el estético. Se ven tipos y tamaños de letras demasiado grandes o pequeños, imágenes que no caben en la página y, en general, una pobre disposición de los contenidos y elementos del sitio. Pero a menudo la culpa es de los clientes, pues ellos encargan a terceros el diseño de sus webs.


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