He preferido tomar algo de distancia. Dejar pasar unos días y sedimentar mis impresiones. Es la primera vez que asisto al Congreso de Periodismo Digital de Huesca; en tal acontecimiento, además de servir como punto de encuentro con muchos amigos, he podido constatar el comentario más generalizado de los asistentes: su queja de que seguimos como hace cinco años, cuando se celebró la primera edición del evento, lamentándonos y sin hacer gran cosa por empujar al sector.
El discurso inaugural, realizado por Antonio Franco, hizo un llamamiento a la calidad en el periodismo digital y alertó sobre la caída de los lectores en todo el mundo debido a la pérdida de credibilidad de la profesión, especialmente tras los recientes escándalos de algunos medios norteamericanos. Franco afirmó que se debe insistir mucho en la calidad de la información, requisito aún más necesario en los contenidos online. Un medio que, según Franco, todavía está buscando su lugar en el entorno de los medios de comunicación de masas.
Quizás el primer esbozo de una nueva forma de hacer las cosas online sea el reportaje El oro de Canfranc, presentado por su autor, Ramón J. Campo. Como bien explicó el moderador de la ponencia, José Cervera, se trata de una demostración de cómo, desde un periódico de provincias, se puede crear un entorno que llame la atención a medios de docenas de países. Su triste comentario -que la publicación apenas le había dado relevancia interna- y la explicación del propio Ramón -de que su aparición en la Red tenía más que ver con el voluntarismo de varios compañeros que con el convencimiento de sus jefes-, me confirma algo que ya me temía: el periodismo digital está, todavía hoy, mediatizado fuertemente por los paradigmas del mundo impreso.
Haciendo bueno el refrán “todo es del color del cristal con que se mira”, hubo intervenciones optimistas, como la de Gumersindo Lafuente, director de El Mundo.es, que confirmó haber alcanzado la rentabilidad económica de su medio. O también el caso de Victoria Prego, subdirectora del mismo medio, que se centró en la ética del periodista digital, manteniendo los matices de optimismo de su compañero y en contraste con las participaciones de Fernando Jáuregui, editor de Ocio Crítico, quien protestó amargamente del mal trato del Gobierno a los medios digitales y la falta de homologación con sus colegas del papel impreso, coincidiendo con muchos de los conceptos planteados por Guillermo Rodríguez, de Libertad Digital en el sentido de sentirse periodistas menos valorados que sus colegas en los medios físicos, pese a que Libertad Digital ha cerrado con éxito una ampliación de capital que le permitirá mirar con optimismo los próximos 4 años.
Hubo intervenciones estelares de Jean François Vogel, responsable de la nueva web de Le Monde, que verá la luz al final de este mes, plagada (¡horror!) de un uso intenso de Flash, en claro desajuste con los estándares impuestos por Google o las recomendaciones del gurú de la usabilidad Jakob Nielsen. Por su parte, Jon Lee Anderson, articulista de la revista The New Yorker, puso los dientes largos a muchos de los presentes explicando que se gana muy bien la vida escribiendo no más de cinco artículos al año para dicha publicación. Eso si, cuando explicó cómo viaja y en qué lugares escribe sus perfiles de gente en el poder (una de sus pasiones), se pudo entender el riesgo que corre de forma habitual.
En cualquier caso, lo que quedó bien patente es que todos claman porque el periodismo digital, como en su día lo hiciera la televisión frente a la radio, encuentre pronto su espacio mediático y, sobre todo, un modelo de negocio razonablemente financiable. Por los pasillos se hablaba más de la aparición de Que!, el diario gratuito del Grupo Recoletos, que de nuevos proyectos online.
También hubo mucha polémica, sobre todo con los estudiantes de periodismo presentes, sobre el futuro de la profesión y las precarias condiciones de empleo que éstos afrontan al finalizar su carrera. Fernando González Urbaneja, presidente de la Asociación de Prensa de Madrid, intentó compensar con datos sobre ingresos medios de los profesionales en las grandes editoriales del país.
Lo que a mi más me interesaba, nuevos modelos de negocio en Internet para los medios online, apenas se tocó. Ni se habló siquiera de como los modelos de éxito en la Red pueden ser un indicio de por donde van los tiros. Apenas un par de menciones a Google News y poco más.
Como muchos ponentes indicaron, me temo que el VII Congreso, que se celebrará también en Huesca, solo servirá para hablar más de lo mismo. Una pena, aunque el viaje a Huesca bien merece una recomendación especial y hay que decir que las fuerzas vivas, tanto de la ciudad como del Gobierno Regional, se volcaron con los asistentes al congreso.
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