Sólo el 14% de los empleados se cambiaría por el jefe

Hay muchos que sueñan con llegar a la oficina y no tener que recibir órdenes de nadie. Y la mejor forma de conseguirlo es ser el jefe.

Cuidado, ¿hemos dicho muchos? Tal vez no sean tantos como se piensa. Y es que la mayoría de los empleados prefiere la comodidad de recibir instrucciones a la responsabilidad de tomar decisiones.

Según un estudio elaborado en diferentes países (entre ellos España) entre más de 23.000 empleados por la compañía Randstad, especializada en la gestión de recursos humanos, sólo el 14% de los empleados desearía ocupar el puesto de jefe.

El 47% de los encuestados afirma estar satisfecho con el puesto que ocupa en la actualidad. Por eso, la mayoría prefiere la estabilidad de su puesto y no quiere ser promocionado. Sólo un 15% de los trabajadores afirma sentir la necesidad de comenzar a trabajar en algo nuevo, y al otro 38% no le importaría hacer algo diferente.

Y es que ser el mandamás de la oficina puede tener sus ventajas, pero también sus inconvenientes. La crisis ha puesto mucha presión sobre los hombros de los que toman decisiones, y los empleados de los estratos inferiores no quieren asumir esa carga.

Sin embargo, la mayoría de los encuestados considera que tiene las cualidades necesarias para llevar las riendas de mando, como capacidad de persuasión (66%) y de negociación (42%), así como coordinar equipos.

Para esos pocos que ya son líderes, o que se atreven a asumir la responsabilidad que ello conlleva, Randstad ofrece una serie de consejos:

1. Miembro de un grupo. El líder debe comportarse como miembro del equipo y transmitir un objetivo común al resto de personas que conforman su área o están bajo su supervisión.

2. Gran comunicador. La comunicación debe ser fluida y transparente y, por supuesto, debe primar la honestidad hacia el equipo. Esta comunicación también debe ser directa y respetuosa: los jefes autoritarios o déspotas no sólo no consiguen sacar lo mejor de sus colaboradores, sino que generan una relación de desconfianza a largo plazo y son peor valorados.

3. Motivador. El equipo se debe “empapar” de la ilusión de su directivo y debe encontrar en él un referente no sólo de su trabajo, sino de su actitud y su forma de trabajar ante el resto de compañeros.

4. Ejemplo. El líder tiene que trasladar los valores y la misión de la compañía y hacer que sus colaboradores se sientan parte importante de ella.

5. Coach. El líder debe desarrollar a sus equipos, reforzando las carencias e impulsando los puntos fuertes de cada uno de ellos para ayudarles en su promoción profesional.

6. Proactivo. La creatividad y la innovación han de ser dos pilares en la gestión del líder, como forma de anteponerse a los cambios y para estar preparados para ellos.

7. Conciliador. La persona que tiene a su cargo a un equipo no sólo debe comunicarse con ellos de forma continua y efectiva, sino promover la buena relación dentro del equipo. La comprensión a la hora de entender a los demás y la capacidad del diálogo son esenciales. El líder no impone sus opiniones, sino que convence a sus colaboradores. Estas relaciones se extienden más allá de su equipo, ya que un buen líder es además un buen creador de networking.

8. Capaz de aprender de los demás. El líder no tiene miedo a rodearse de los profesionales más aptos para aprender de ellos y conocer el mejor resultado en aquello que hacen.

9. Sabe delegar. Al no temer a sus colaboradores, el líder debe aprender a delegar y confiar en sus trabajadores a la hora de realizar el trabajo.

10. Resolutivo. Reducir los problemas a lo realmente importante y tomar decisiones asumiendo las consecuencias de sus ideas han de ser dos puntos básicos del líder. Además, ha de saber coordinar el tiempo de trabajo y eliminar aquellas tareas innecesarias.


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