Es curioso ver cómo algunos extranjeros se sorprenden, e incluso hacen comentarios jocosos, sobre la utilización de DNIs en España. Lo que para ellos es algo totalmente inútil, que además no existe en sus países de origen, para nosotros es casi nuestra verdadera identidad. Para solicitar una beca te piden una fotocopia del documento, para pedir cualquier papel a la administración te piden otra e, incluso, para entrar en un bar te “sugieren” que lo muestres (eso sí, tan solo si no le gustas al portero o si tienes aspecto de jovencito).
Ante tal situación, cabe preguntarse cómo funcionan aquellos países en los que todo el mundo camina indocumentado. Deberían ser lugares en los que reina el caos, las personas se confunden entre sí y la Administración Pública es incapaz de trabajar. Pero no es así.
Por eso, los cambios de formato pueden ser interesantes, pero aparentemente poco prácticos para el usuario. Sin embargo, el nuevo DNI electrónico parece diferente. Su diseño evidencia las carencias de aquellos enormes documentos de hace años, incluye nuestra firma electrónica y, según publicita la Policía y la Administración, es mucho más seguro.
La respuesta por parte de los usuarios no se ha hecho esperar, y ya se han expedido un total de 500.000 DNIs electrónicos e, incluso, se espera que a finales del próximo año ya haya más de 6,5 millones repartidos por toda la geografía nacional. Pero, ¿aprovecharán los ciudadanos todo su potencial?
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