Si bien el líder de una organización suele llevarse todo el reconocimiento, no es menos cierto que, detrás del éxito de un buen director general, suele haber un gran director financiero.
El director financiero siempre ha sido la caja de resonancia de la voz del director general, la persona con la que consulta nuevas ideas, de la que recibe inspiración, con la que hace planes o con quien comparte sus inquietudes. Su figura es, por tanto, cada vez más influyente para el director general.
Este dato viene respaldado un informe reciente de Forbes y KPMG, que señala que el 63 % de los directores generales están convencidos de que, en los próximos tres años, la influencia del director financiero crecerá más que la de otras figuras de la junta directiva.
En la empresa moderna, el director financiero se enfrenta a retos cada vez más numerosos y sus responsabilidades son más amplias e importantes que antes.
Aunque el rol del director financiero sigue estando muy vinculado a la elaboración de informes y el cumplimiento normativo, son mucho más que un simple guardián de las finanzas de una empresa. También deben ser buenos líderes, inversores e innovadores. Su forma de pensar debe ser más emprendedora que la de sus predecesores.
Para lograrlo, el director financiero debe dar un paso al frente y promover el cambio y nuevas formas de pensar que permitan a sus equipos centrarse en análisis de negocio más estratégicos.
El director financiero tiene la responsabilidad fundamental de identificar y aprovechar las oportunidades de crecimiento, además de mejorar la agilidad y la capacidad de adaptación de la empresa a los altibajos de una economía dinámica en un período de irrupción digital e incertidumbre económica. Asimismo, deben saber equilibrar la tradicional aversión al riesgo, muy común entre los directores financieros, y ayudar a la empresa a invertir en oportunidades que permitan abrir nuevos mercados, mejorar la satisfacción del cliente o evitar la amenaza de competidores más innovadores o ágiles.
Los datos son la clave para estar a la altura del nuevo rol
Sin embargo, tener menos aversión al riesgo no significa ser imprudente. El director financiero debe estar preparado para actuar y respaldar a la empresa con inversiones, pero sus decisiones también deben estar fundamentadas en datos sólidos. Deben ser capaces de analizar rápidamente tendencias, el mercado y la economía con el fin de proporcionar a la empresa una orientación exacta y documentada sobre las nuevas oportunidades y su grado de importancia. Para no quedarse atrás en el proceso de transformación digital, es crucial que el director financiero sea capaz de tomar decisiones rápidas y fundamentadas sobre la inversión y el riesgo y ser siempre consciente de los cambios en las condiciones de los consumidores y los mercados.
Los directores financieros deberán estrechar las relaciones con el director de sistemas de información para garantizar que se reúnen todos los datos necesarios y se dispone de los medios para analizarlos. No es raro que ambas funciones entren en disputa respecto a los costes de las TI, pero su asociación es vital para que el director financiero disponga siempre de la información más actualizada para la toma de decisiones. Las empresas cuyo director financiero y director de información posean una mentalidad digital sabrán posicionarse mejor en el sector.
Este papel cada vez más protagonista del director financiero en la intersección de la transformación digital y el alto nivel de la toma de decisiones, así como su colaboración con la empresa para el crecimiento y la inversión estratégica suponen una verdadera oportunidad para convertirse en el sucesor natural del director general.
El conocimiento y la experiencia de los directores financieros sobre los aspectos tecnológicos y financieros de la organización, además de sus habilidades de gestión y su prestigio entre los mercados y los inversores representan una base sólida para emprender la misión de unificar a la empresa y guiarla hacia el futuro.
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